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"Papá, quiero hacerme político"
—Papá, este septiembre
espero acabar ya la carrera y he pensado que me gustaría ser político.
—¿Sí? ¿Eso es lo que
quieres hacer?¿Ya se pasó lo de montar un bar de copas y una escuela de kitesurf
en Tarifa con tus amigos?
—Eso era una mierda. Mucho trabajo y poca pasta. Y si contratas curritos, te van a robar, fijo. Es imposible llevar un control. Me acabé dando cuenta, ¿sabes? Ahora lo que me gustaría es meterme en política, dedicarme a eso. No por el poder, por tener un cargo
o ser conocido, ni tampoco por las oportunidades de enriquecerse y de pasarme
luego al mundo de la empresa, como tú. Lo que me tira, lo que de verdad quiero es participar en los asuntos generales, actuar por el bien común,
servir a los ciudadanos y a mi país, contribuir a un futuro mejor, sobre todo
para jóvenes, como yo. Y, además, tú conoces a bastante gente.
—¡Coño, hijo, pareces
otro! Te lo has preparado, ¿eh? Porque no te había oído hablar así de bien en
tu vida. Y, además, veo que tienes potencial porque ni a tu padre le dices la
verdad de lo que piensas y quieres.
—¿Qué pasa, es que no convenzo?
—No, tranquilo, no es eso.
Es que conozco muy bien cómo va el tema y te conozco a ti, claro. Tienes, eso
sí, que introducir algún elemento agresivo en tu discurso, ir también contra
alguien, lo que no soportas y nos hundiría a todos si tomamos o seguimos ese
camino. Elige enemigo, a los que menos tragues, y probamos a meterte en las
filas de los de enfrente, o sea, que te colocaré entre los enemigos de tus enemigos. Y si
no funciona bien, pues hacemos al revés. ¿Entiendes?
— Sí creo
que he pillado la idea. Los enemigos de mis amigos son mis enemigos
— Sí, en esencia, viene a ser eso. No te preocupes, que ya lo
iremos viendo sobre la marcha. Dime, ¿has publicado algo o hablado de política
en redes sociales?
—No, qué va, de eso
nunca. Todos mis colegas y yo pasamos de política. Bueno, yo ahora ya no.
—¿Y tienes algunas
creencias políticas, preferencias o algo así? ¿Derecha, izquierda?
¿Liberal-conservador, reformador-progresista?
—No sé, eso me lo
tendría que mirar un poco, ¿vale? Me suena todo, eh, sobre todo lo de gente de derechas y de izquierdas, pero algunas otras cosas que has dicho no las tengo muy claras. Y me da que al final me iba a dar igual, que no sabría bien qué
elegir.
—Mejor, eso me lo pone
más fácil. Tanteo en los dos lados y dónde más nos ofrezcan, allí que te meto.
—¡Genial, papá! ¿Y si no
apruebo Derecho en septiembre?
—Mejor aprueba, pero
tampoco te agobies mucho con eso. La licenciatura con 27 años me lo pone un
poco más fácil, pero no es fundamental que tengas la carrera terminada. No
serías el primero, ni el último. Les venderé tu enseñanza bilingüe. Lo de los
idiomas lo llevan bastante mal y eso podría ayudar, les irá bien tener y lucir
alguno que sí hable inglés con fluidez y pueda manejarse en francés. Es algo
muy objetivo y la calle ya se los toma a coña a cuenta de los idiomas.
—Bueno, digamos que me
defiendo en inglés, ¿vale?. En francés… ¡Uf! No creo que pueda mantener una conversación
con normalidad. Lo paso fatal hablando con los surfistas franchutes. Se descojonan de mí.
—Vamos a ver. Pero tú
qué eres, hijo, ¿tu propio enemigo? Tú hablas un inglés casi tan bueno como el
del Príncipe de Gales y tienes, además, un nivel avanzado de francés. Y si tus
estudios universitarios se están alargando, muy ligeramente por encima de la
media, es por tu intensa dedicación a los deportes de competición y al
voluntariado social e internacional. ¿Entendido?
—Sí, sí. Esto lo he
pillado perfectamente a la primera, ¿vale? Y tú, papá, sabiendo tanto de política y los mazo contactos que tienes, ¿por qué no te has dedicado a eso?
—Yo prefiero los
negocios. Vivir en el anonimato, tratar con unos y con otros, buscar acuerdos,
sinergias, ganar voluntades políticas, establecer fórmulas de colaboración,
lograr beneficios comunes, favorecer situaciones en las que todos salgamos
ganando. A mi manera, como ves, también me ocupo del bien común. Del nuestro,
el de la familia, y del de los políticos, sus familias y sus partidos, también.
—¡No sabía que fuera tan
guay! Mamá dice que tu trabajo es un coñazo y que lo único que haces es chanchullear,
pero así como lo cuentas, me mola. Pero prefiero probar antes en política, me
tira más, ¿sabes? Para empezar por lo menos, luego ya se irá viendo. ¿Te mando
mi currículum al mail de la empresa?
—¡¿El currículum?!
Déjate de ceuves. Esto no va así, alma de cántaro. Se hacen unas llamadas que
conducen a otras, se hace alguna visita, se invita a alguna comida, se espera
respuesta, se recuerda si es preciso, eligiendo bien el momento. El CV ya se lo
darás cuando toque. No te preocupes. Eso es un puro trámite. Ve prestando
atención a todos estos detalles, ¡eh!
—Sí, papá, lo que tú
digas.
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