viernes, 17 de junio de 2011

"Como quien oye llover": significado y origen de la expresión (Etimologías I).

En este artículo indago sobre el significado de la expresión o locución "como quien oye llover" o "como el que oye llover". Intento explicar también su posible lógica y formulo alguna hipótesis sobre su origen. También menciono y explico brevemente su equivalente en inglés "like water off a duck's back". 



Hoy voy a etimologizar un poco. El verbo no es un neologismo que me haya sacado de la manga, sino que cuenta con el beneplácito de la Real Academia Española, cuyo diccionario (DRAE) lo define como “sacar o averiguar etimologías, discurrir o trabajar en esta materia”. Es decir, una definición de esas que remiten a otra, a etimología, en este caso. Asumo que todos mis lectores conocen esa palabra, pero a veces busco (y a buen seguro que no soy, ni mucho menos, el único que lo hace) la definición de una palabra cuyo significado conozco, mejor o peor, ya sea para contrastar mi idea al respecto, ya para precisarla (y en alguna ocasión, para rectificarla y descubrir ignorancia donde creía que había conocimiento).

La primera acepción de etimología en el DRAE es “origen de las palabras, razón de su existencia, de su significación y de su forma”. Etimología proviene del latín etymologia (origen de una palabra), este del griego etymología (sentido verdadero de una palabra) y este de étymos (verdadero, real) y lógos (palabra). Habría quedado más erudito escrito en el alfabeto griego, pero ni sé griego, ni tengo ganas de buscar en Word dicho alfabeto…

Visto todo eso, me ratifico, con el respaldo de la autoridad en la materia, en que hoy voy a etimologizar un poco. Espero que sea la primera, y no también la última,  entrada de esta temática. Lo haré modestamente, desde el más puro diletantismo, ya que no soy filólogo. Puedo ser, a lo sumo, hablante y escribidor medianamente decoroso del castellano o español (dejando a un lado la falsa modestia y espero que sin juzgarme a mi mismo de manera excesivamente complaciente o benévola) y, ante todo, persona con curiosidad por casi todo lo relativo a nuestra lengua y algunas otras.

El objeto de mi interés es la expresión “como quien oye llover” que, en otra versión también extendida, se formula “como el que oye llover”.

Por pura experiencia del uso del idioma cualquier hablante nativo, e incluso foráneo con cierto grado de conocimiento de nuestra lengua, sabe que esa expresión quiere decir no hacer aprecio, no darle importancia a algo, no mostrar interés, pasar de algo, dicho en una expresión más moderna.

El DRAE recoge la formulación “como quien oye llover”, que define como “expresión figurada y familiar con que se denota el poco aprecio que se hace de lo que es escucha o sucede”. De esa definición, a mi modesto entender, cabría quizás criticar el empleo del verbo escuchar porque escuchar ya supone, aunque sea mínimo, un interés, la acción deliberada de emplear el sentido del oído para recibir un mensaje. Quizás sería más acertado decir “lo que se oye” o, al menos, “lo que se oye y escucha” para distinguir ambos fenómenos. Sí, ya sé que suele evitarse que la definición se valga de la propia palabra definida, pero tratándose de una locución o expresión pienso que tampoco se debe ser tan rígido.

Sin embargo, en defensa de la académica definición, cabe argumentar que resulta lógico que el proceso de no hacer aprecio se inicie con la acción de escuchar y culmine, acto seguido, con la reacción consciente y deliberada de no hacer aprecio, pero también cabe un desprecio aún más radical y deliberado, adoptado  a priori, consistente en ni siquiera escuchar, sino simplemente el inevitable oír. En cualquier caso, la lógica es un elemento más en la génesis y uso del lenguaje, a menudo muy secundario.

El Diccionario de Uso del Español Actual (Editorial SM), al que con creciente frecuencia recurro en mis dudas o curiosidades sobre las palabras —sus definiciones se centran en la lengua contemporánea y son más sintéticas que las del DRAE—, define con simplicidad y acierto la expresión como “sin prestar atención o sin hacer caso”.

Pero todo eso es el significado, no aclara cómo se ha llegado a esa expresión. El sonido de la lluvia —lírico y melancólico, en bastantes ocasiones (véase la Nota 2 al pie)— puede ser considerado como algo irrelevante, al menos para el que se encuentra guarecido o protegido de aquella, para el que no se moja, vamos. No se me ocurre mejor explicación. La expresión cobra mayor sentido en aquellas regiones donde la lluvia es frecuente porque allá donde el que llueva resulta todo un acontecimiento, por lo general gozoso (siempre que no se rebasen ciertos límites pluviométricos), la expresión puede contravenir toda lógica.

Existe un refrán, aunque de uso no demasiado extendido, “aquí los oigo como el que oye llover y no se moja”, cuyo relativamente ambiguo significado viene a ser parecido al de la expresión que analizo, si acaso más con un matiz de no sentirse afectado por lo que se dice y no tanto de no prestar atención a ello. Asimismo, el refrán parece más enfocado a lo que otros dicen que a hechos que suceden, mientras que la expresión “como el que oye llover” abarca ambas realidades. Una expresión común de análogo significado al del refrán es “hacer oídos sordos”, normalmente referida al rechazo de una crítica, comentario o petición.


Puede ser que la expresión “como quien oye llover” provenga del refrán y sea una versión abreviada del mismo que con el tiempo haya adquirido sus propios matices; pero, sinceramente, se trata de una mera hipótesis mía. ¿Qué fue antes, el refrán o la expresión? Dejo la pregunta abierta, la duda planteada, por si alguien que esto leyere lo supiere y tuviere a bien dejar un comentario clarificador. Pero puede ser que esa persona tome mi petición como el que oye llover...

Un ejemplo del uso de la expresión de referencia, basado en hechos recientes, podría ser: los comerciantes de la Puerta del Sol piden a Rubalcaba que disuelva la acampada del Movimiento 15-M y éste como el que oye llover.

Una curiosidad: la expresión inglesa equivalente a “como quien oye llover” es “like water off a duck’s back” (literalmente como agua que cae de la espalda de un pato) y tiene una explicación lógica, ya que el plumaje del pato repele bastante el agua y la acción conjunta de la forma (hidrodinámica) del pato y la gravedad hacen que el agua acabe concentrándose y cayendo por el final de su espalda. En definitiva, el inglés parece haber seguido la misma idea que cuando en español decimos que algo “nos resbala”, esto es, que no nos cala, no penetra en nosotros; en definitiva, no nos afecta, no nos importa o no le hacemos aprecio.

En fin, soy consciente de haber etimologizado sólo limitadamente; en concreto, de haber abundado bastante más en lo relativo al significado de las palabras y menos en el de su origen o procedencia, terreno en el que sólo apunto la hipótesis de que la expresión analizada derive de un refrán. De antemano quedo agradecido a quien quiera y pueda arrojar mayor luz. Nada he encontrado sobre el origen de la expresión en el “Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana “ de Joan Corominas, ni en las diversas webs y blogs a los que me ha conducido Google.


Nota 1.- Existe un poema del ilustre poeta y ensayista mexicano Octavio Paz que se titula “como quien oye llover”, al que adjunto este link (vínculo, en castellano, pero nuestra lengua ha sido colonizada en lo relativo a la red).

También José Bergamín compuso este poema de igual título. Este poeta, nacido en Madrid en 1897, exiliado dos veces durante el franquismo, republicano furibundo, acabó sus días escribiendo en Egin, apoyando a Herri Batasuna y pidió ser enterrado en el País Vasco (Fuenterrabía/Hondarribia, ¿o en vez de barra debería ser versus?) para no dar sus huesos a España. 




Nota 2.- A propósito de la lluvia y de la mención que de pasada he hecho al lirismo y melancolía de su sonido, de su repiqueteo, hace ya algún tiempo leí unas bellísimas líneas de Gonzalo Torrente Ballester, en su novela “Filomeno a mi pesar”, sobre la influencia de la lluvia en el estado de ánimo de quienes viven en ciudades en las que se encadenan los días lluviosos, en los que, ni por un momento, despunta el sol. Si encuentro ese breve fragmento, lo colgaré aquí. En todo caso, recomiendo su lectura.

Dicho sea de paso, Torrente Ballester es, a mi juicio, un escritor que no tiene el reconocimiento y estimación, de crítica y, sobre todo de público (que es lo más importante), que merece. Alguna obra suya he leído decepcionante (la selectiva memoria me impide recordar ahora su título), pero “crónica del rey pasmado” y “Filomeno a mi pesar” me parecieron excelentes novelas. Entre las lecturas siempre pendientes tengo su trilogía “los gozos y las sombras”, que dio lugar a una serie de igual nombre y gran éxito televisivo allá por la prehistoria (con el fino y delicado Eusebio Poncela y la entonces "maciza” Charo López, como protagonistas).

Nota 1 de la Nota 2, o Subnota (con la ayuda de Wikipedia): creo que la breve novela de Torrente Ballester que no me gustó mucho se titulaba "los años indecisos".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesting information as for me. Thanks a lot for posting that information.

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