domingo, 19 de junio de 2011

Percival Peter Manglano, nuevo Consejero de Economía de la Comunidad de Madrid

Este artículo trata principalmente del nombramiento de Percival Peter Manglano como Consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, un político que -¡oh, milagro!- sabe idiomas, no estudió Derecho y no hizo ninguna oposición estatal. Además, hay algunas ideas a propósito de la singularidad y sonoridad de su nombre. 

Carlos García, único concejal del PP en el Ayuntamiento de Elorrio, a la salida del primer pleno
(Para saber más de cómo actúan los amigos de los etarras)
Toman posesión estos días los nuevos gobiernos autonómicos y municipales. En algunos municipios del País Vasco asistimos a escenas que nos retrotraen a tiempos más oscuros, como por ejemplo en San Sebastián donde al Alcalde títere de Bildu, Izaguirre, le han colocado como “asesor” —un alcalde en la sombra/comisario político— a Josetxo Ibazeta, último portavoz de Batasuna  en el Ayuntamiento. Asimismo, varios ayuntamientos gobernados por Bildu han suprimido medidas de seguridad para los concejales y en Andoain la Alcaldesa ha prohibido la entrada de los escoltas a los edificios municipales.

En fin, nada que no resultara totalmente previsible cuando el TC dictó sentencia que permitió a Bildu presentarse a las elecciones municipales y al Gobierno obtener el vital apoyo del PNV para sacar adelante sus iniciativas en el Parlamento, previa aceptación adicional de unas cuantas transferencias de competencias. Ya traté este tema en un artículo anterior en este blog y hoy no quiero ponerme demasiado serio, pero ver a los cómplices de los asesinos, cuyas conductas son puramente mafiosas, de vuelta a las instituciones resulta nauseabundo.


Sobre lo que me disponía a escribir hoy es sobre Percival Manglano, el nuevo Consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid. Lo de Manglano probablemente os suene por el teniente general Emilio Alonso Manglano, uno de los mandamases del CESID, junto con Juan Alberto Perote, cuando aquel vergonzoso episodio de las escuchas telefónicas a diversas personalidades de la vida española, incluido el rey. Por aquel entonces, el siniestro pianista Narcís Serra era Vicepresidente del Gobierno y, por supuesto, Felipe González, el Presidente. No sólo Franco sale bien parado en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, pues la entrada correspondiente a Felipe González, nada dice, por ejemplo, de los GAL. Pero volviendo a Percival Manglano, tranquilícense, este joven político, nacido en Londres en 1972, no tiene nada que ver con el otro Manglano.

Percival Manglano parece, a priori, un político atípico. Llama la atención ya por su nombre cuyo exotismo no se queda ahí, porque su segundo nombre es Peter (Percival Peter Manglano Albacar). Lo de Percival, que es el nombre de uno de los caballeros del rey Arturo, los de la famosa mesa redonda, supongo debió ser causa de no pocas burlas en el colegio y parece que tiene origen en la afición de sus padres a las historias sobre el Santo Grial. Y Peter, que redondea la singularidad del nombre, digo yo que sería un guiño a su nacimiento en Londres. Por cierto, sus dos primeras iniciales son PP…

Decía que PP Manglano Albacar es un político atípico por su formación. Toda su formación universitaria y de post-grado la ha adquirido en el extranjero. Concretamente, es licenciado en Historia por la Universidad de París I Panteón-Sorbona, en Estudios Europeos por el Instituto de Estudios Políticos de París y tiene, además, un Máster en Economía Internacional y Estudios del Sudeste Asiático por la Universidad John Hopkins (Maryland, Estado Unidos). Habla perfectamente inglés y francés. Vamos, que su formación está ligeramente por encima de lo que es habitual en los políticos patrios… Además, no tenía vocación de funcionario y no se ha presentado a ninguna oposición.

Lo que Manglano no tiene, y le hubiera hecho aún más atípico, es experiencia en el sector privado, singularmente en la empresa. Anteriormente fue el director general de Cooperación al Desarrollo de la Comunidad de Madrid (2006-2011), jefe de gabinete de la Consejería de Inmigración (2005-2006), asesor de asuntos exteriores y cooperación al desarrollo del grupo parlamentario popular en el Congreso de los Diputados (2004-2005) y coordinador de estudios en la Fundación FAES (2003-2004).

Otra peculiaridad del caballero Percival es que tiene ascendencia nobiliaria. Su padre es el XXI Barón de Terrateig. Esto es algo que quizá para el sector más rancio y tradicionalista de la derecha le añada valor y para la izquierda más tosca y recalcitrante sea motivo de animadversión y burla; pero creo que para la mayoría, para los que no comparten en absoluto esos desfasados clichés mentales, es irrelevante, simplemente una nota pintoresca. Otra nota singular es que Percival Manglano toca la batería en diversas bandas de jazz y, como podéis apreciar en este vídeo de Youtube, parece que no lo hace nada mal (se trata de una versión jazzística del famoso “Every Breath You Take” de Police). Eso sí, no se ve nada, la sombra lo domina todo.

Bueno, veremos qué tal lo hace Percival Manglano en una circunstancia económica  tan desfavorable como la actual; si sus estudios, su trilingüismo, su experiencia política anterior y, sobre todo, sus condiciones personales le permiten hacer un buen papel en el puesto de tan alta responsabilidad para el que lo ha elegido Esperanza Aguirre.

Por cierto, Percival Manglano tiene 39 años. Ya no sólo muchos universitarios y futbolistas me parecen prácticamente unos niñatos, sino que hasta todo un Consejero de Economía de la Comunidad de Madrid es más joven que yo. No sólo no soy nadie, sino que empiezo a asumir que nunca lo seré. Lo siento, mamá, tú que me veías siempre tan listo y con las grandes esperanzas que tenías depositadas en mi…

P.D. Si Percival Manglano se hubiera llamado Andrés o Juan o Manuel, probablemente, me hubiera fijado poco en él al leer la prensa. Moraleja (sobre todo para padres en trance de elegir nombre para su vástago): un nombre así puede ser una putada en el colegio; obligarte a repetirlo cada vez que alguien te lo pregunte, especialmente por teléfono; tienes que acostumbrarte a que lo pronuncien o escriban mal y aguantar siempre algún comentario allá donde te pregunten cómo te llamas, pero en aquellas carreras profesionales, como en la política (y en tantas otras), en las que la notoriedad es importante, un nombre así puede ser una ventaja.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo como casi todos los que leo de tí en este magnífico blog. En el pueblo de mi madre abundan los nombres raros, casi todos de ascendencia griega o latina. Onexífora, Pánfilo, Tecla, Obdulio, Paciano, ... ninguno ha llegado a ministro o a consejero de comunidad autónoma. Casi todos dedicaron sus vidas al jumento y al arado, así que no pudieron hacer refulgir sus nombres demasiado. De pequeños siempre nos hacían gracias sus nombres pero ahora - después de aficionarme algo a leer a los clásicos - empiezo a ver un rasgo de distinción en la rareza del patronimio.

David dijo...

Muchas gracias por tu comentario (muy interesante y muy bien escrito). En la familia de mi madre, también de pueblo y a mucha honra, abundan igualmente los nombres poco comunes, aunque quizás no tan singulares como Onexífora (¡me ha gustado, aunque no osaría a imponérselo a una hija!).

Mi más que nonagenaria abuela, a quien Dios guarde muchos años, se llama Maximiana y dos de sus hermanos se llamaban Constancio y Fortunato (en el uso, el singular Fortuna y Constan). Y mi abuelo Marcelo eligió varios nombres singulares para sus hijas tales como Teófila (RIP), Iris (mi madre), Felicidad o Dilamor (varón).

Algunos de los padres salesianos de grato recuerdo que me dieron clase se llamaban Inocencio (hoy ya centenario), Eustaquio o Atanasio.

Los niños, en colectividad como la que se da en el colegio, buscan siempre cualquier diferencia para meterse con otros y en ese entorno la singularidad del nombre suele causar inconvenientes a su portador. Pero andando el tiempo, creo yo, valoramos más la diferencia, y lo que antaño fue un lastre y motivo de lamentos, acaba siendo aceptado e incluso motivo de orgullo (a lo mejor también porque hubo un tiempo en que nos tocó defender con gallardía la diferencia). A mi me pasó con el apellido, el cual remite, sin tener que ejercitar mucho la imaginación, al cerdo, ese animal del que se aprovecha todo. Pero desde muy niño intuí que la función del nombre y del apellido es la identificación del individuo en la comunidad y que su singularidad los dota de mucha mayor eficacia y favorecen nuestro recuerdo en los demás. Jamás ansié un apellido común.

Imagino que la vida de jumento y arado sería dura, pero quizás Pánfilo, Obdulio o Paciano fueron tan felices o más que el refinado y viajado Percival, por mucho que sea Consejero de Comunidad Autónoma. Hace años, un pariente lejano, recordaba la felicidad de algunos antepasados suyos, que trabajaron duro en el campo, sí, y no tenían apenas posesiones, pero que no tuvieron nunca un jefe que les diera órdenes ni un horario marcado por otros. Eran más amos y señores de su tiempo y de sus vidas que muchísimos jerifaltes.

Ideas similares son las que inspiraron a Fray Luis de León una de mis poesías favoritas, o quizás incluso la favorita. El poema, archiconocido, se llama "Canción de la Vida Solitaria" y empieza así:
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Anónimo dijo...

Muy interesante y bien traido su articulo.Solo remarcar que Percival fue a un colegio ingles y no tuvo ningun problema con su nombre arturiano/victoriano