jueves, 26 de enero de 2012

Un apunte sobre el nacionalismo catalán

Mi visión personal y a vuela pluma sobre el nacionalismo catalán, con alguna referencia tangencial al vasco. No pasa de ser un apunte y, como se decía en los dictámenes jurídicos hasta hace no muchos años, lo "someto gustoso a cualquier otro parecer mejor fundado"; pero ahí lo dejo, en la inmensa galaxia cibernética, "to whom it may concern".

Hace ya algunos meses, demasiados incluso, un amigo muy querido me envió un artículo de Alfonso Ussía, que llevaba por título "El Niño Oriol", y en el que el satírico columnista y escritor glosaba una comida con la familia Pujol. Su lectura me hizo pensar, otra vez, en el nacionalismo catalán, un tema recurrente en la vida española (y lo que nos queda) y que, por razones biográficas, familiares y, en consecuencia, también afectivas, me concierne especialmente. Y, a raíz de ello, lo que empezó siendo un correo electrónico se convirtió en un borrador de artículo que hoy he terminado.Un correo que empezaba así. 


Divertido artículo de Ussía, sí, aunque dudo de la autenticidad íntegra de la anécdota de la comida. Parece más bien una exageración cómica, una ficción a partir de algún elemento real. Por ejemplo, o "verbi gratia" que dicen los más cursis, puede ser tan sólo que el jamón se lo pusieran los emperifollados camareros más a mano al meu amic y Molt Honorable Jordi Pujol y que aquel, presa de una torrencial e incontrolable segregación de jugos gástricos, a la vista y aroma de un excelente y españolísimo jamón serrano –quizá de Jabugo, es decir, de la "atrasada y holgazana Andalucía" o de Guijuelo, de la "cerril y montaraz" Castilla, la del pelo de la Dehesa, por más señas–, se llevara, sin apenas darse cuenta de ello, la parte del león.

Mas todo es posible. Bonita, aunque arcaizante, conjunción adversativa la del apellido del "Rey Arturo de Cataluña". La quitaron del Padre Nuestro hace unos años y la sustituyeron por la vulgar conjunción copulativa "y" ("y líbranos, Señor, del mal"). De cualquier modo, todas nuestras "denuncias" son inútiles, aunque sean muy loables moralmente, más que nada por las tergiversaciones, falsedades, adulteraciones históricas, mixtificaciones, mentiras e hipocresías que abundan en el sustrato ideológico de los nacionalistas vascos y catalanes. Querer ser independiente es de todo punto legítimo; pero engañar no lo es. Y dejarse engañarse por pereza, comodidad, pusilanimidad, beneficio económico o un sentimiento tribal de pertenencia a un clan supuestamente amenazado por un enemigo exterior, tampoco lo es.


Sin embargo, ambos movimientos políticos se vienen llevando el agua a su molino desde hace ya 30 años y seguirán haciéndolo. Su estrategia es demoledora. Resultan con frecuencia decisivos para la formación de mayorías estables en las Cortes, favorecidos por una ley electoral que prima la concentración geográfica del voto. Aparte, con el control absoluto de la educación, de las televisiones autonómicas y de las licencias de las emisoras de radio, vienen formando conciencias a su antojo y tienen, por ello, ganada la batalla ideológica en el largo plazo, como ya se va viendo.

Añádase una innegable base previa histórica de sentimiento nacionalista en una parte de la población de esos territorios y que la mayoría de sus habitantes, como ocurre en todas partes, se deja llevar. Ni tiene energías, ni tiempo, ni, en bastantes casos, capacidad para formarse un sentido crítico y alcanzar ideas propias (como pasa en todas partes, por supuesto). Hay que informarse pluralmente, leer, pensar y ser valiente para tener unas ideas que vayan a contracorriente de un discurso oficial tan machaconamente reiterado y tan eficazmente instrumentado. Resulta agotador vivir todo el día alerta y defendiéndose de la inoculación del virus nacionalista. Y someter el discurso dominante a un constante ejercicio de duda metódica, y no digamos llegar a la conclusión, y mantenerse en ella, de su error o falsedad, ha de generar una sensación de alienación y extrañamiento difcícilmente tolerables (quien esté en esa situación debe acabar sintiéndose como el protagonista de la película "El Show de Truman" cuando descubrió que su vida entera era un simulacro de vida, un mundo de ficción creado para ser retransmitido por televisión). Es muy incómodo y, en muchas esferas controladas por el poder, económicamente ruinoso y garantía de marginación. Un suicidio social, en definitiva.

Además, el nacionalismo catalán es rentable económicamente, vive en estado permanente de demanda de fondos, siempre esgrime un supuesto maltrato económico porque Cataluña aporta a la Hacienda de la Administración General del Estado más de lo que recibe, como también les pasa a otras Comunidades Autónomas y, en un manifiesto ejercicio de cinismo, muchos políticos nacionalistas catalanes sostienen que sus reivindicaciones no se oponen a la solidaridad interterritorial que proclama nuestra Constitución y, con frecuencia, arañan algo.

Algunos pocos vascos o catalanes destacados, como Albert Boadella, Juanjo Puigcorbé, Arcadi Espada, Jon Juaristi, Rosa Díez o Nicolás Redondo (hijo) y una pequeña parte de la ciudadanía, algunos actuando incluso de forma heroica, se han atrevido a discrepar del credo nacionalista imperante, muchas veces simplemente a reclamar el respeto de la Constitución y las leyes, y una parte de ellos lo han pagado muy caro, con la marginación profesional y social, la consideración pública de renegados, de traidores a la causa, hasta verse forzados al destierro y ser considerados después como una suerte de marionetas al servicio del centralismo, personas que le bailan el agua a "Madrit", "ninots" que el españolismo más recalcitrante exhibe como prueba de la existencia de una especie de dictadura encubierta del nacionalismo, de la ausencia de una verdadera libertad de pensamiento y opinión.

Por otra parte, no se puede negar que el nacionalismo catalán también es fomentado desde fuera de Cataluña, puesto que existe, desde hace muchísimo tiempo, un cierto prejuicio hacia los catalanes en otras partes de España, a los que se atribuyen rasgos negativos y absolutamente tópicos como el ser tacaños, antipáticos, egoístas o interesados. También el terrorismo de ETA ha causado profundos daños en el afecto del resto de los españoles hacia los vascos, al menos, la duda de si este o aquel serán de los vascos que están a favor o en contra de ETA. 


El españolismo rancio y furibundo, el de los que quisieran ver prácticamente proscrito el uso del catalán y del eusquera y esgrimen beligerantes la rojigualda como una enseña que excluye en lugar de incluir, también contribuye de manera no desdeñable a reforzar el sentimiento separatista de bastantes vascos y catalanes. El españolismo atrabiliario y asilvestrado de quienes les gritan en los estadios a los jugadores de los equipos vascos o catalanes "no son españoles, son hijos de puta". El españolismo populachero y hortera de quienes cuando les ganan se ponen a entonar la melodía con ritmo de pasodoble del "Que viva España" de Manolo Escobar. Ese comportamiento salvaje y absurdo que, contra la lógica más elemental, afirma que vascos y catalanes no son españoles y, al mismo tiempo, quieren que lo sean y lo sientan y que para "estimularles" a ello los embadurna con los insultos más groseros y primarios. Pero, en fin, el odio visceral que con frecuencia tiene asiento en los estadios de fútbol no usa los mismos circuitos cerebrales que el pensamiento racional, lo mismo en el Nou Camp que en el Bernabéu o en el Carlos Belmonte (el estadio del Albacete Balompié), por citar un ejemplo cualquiera.

Hablar del nacionalismo catalán con muchos catalanes es meterse en un terreno donde las susceptibilidades están a flor de piel y, con frecuencia, se percibe una reacción defensiva visceral que impide todo debate sereno. Algunos llegan a negar las evidencias más absolutas como, por ejemplo, el papel totalmente residual del castellano en la enseñanza escolar, convertido en una asignatura más, como el inglés o las matemáticas, para acto seguido defender que el castellano lo aprenden fuera de la escuela, por otros medios. Y, en efecto, los niños educados bajo ese sistema hablan el castellano, muchas veces bastante mal, pero lo hablan y lo entienden. Uno se pregunta cómo lo leen y lo escriben, facetas esenciales para poseer de verdad un idioma y que difícilmente se adquieren fuera de la escuela. 


La defensa frente a la denuncia de esa grave deficiencia del modelo educativo catalán de "inmersión lingüística" la hizo el propio Artur Mas refiriéndose a que también en otras comunidades autónomas no bilingües muchos alumnos hablan, leen y escriben mal el castellano. El President demostró tener muy pocas aspiraciones para los alumnos catalanes y olvidó aquello tan sabido de "mal de muchos, consuelo de tontos".


También se percibe la reacción de rechazo a la injerencia. "Esto es cosa nuestra" y "vosotros" no sois nadie para decirnos a los catalanes lo que tenemos que hacer. Una traslación del lema abortista "nosotras parimos, nosotras decidimos" al terreno de la integración o separación de Cataluña y el resto de España. La respuesta irritada que produce el que alguien se meta a tratar de gobernar nuestras vidas. Pero tampoco se respeta mucho a los catalanes que discrepan, a los que se apartan del dogma nacionalista y han sido innumerables los casos en que ha habido acoso, insultos y hasta agresiones a quienes han defendido públicamente la españolidad de Cataluña. Se minimiza el hecho, se imputa a los radicales que hay en todas partes ("the lunatic fringe", "el fleco demencial", según traducción de Julián Marías) y se mira para otra parte.


Cataluña tiene muchas cosas admirables. Por citar una de ahora mismo, aunque elemental, tiene al Barça en el cenit de su historia. Un equipo que ha maravillado al mundo con su juego exquisito, un club basado en la cantera, que ha sido clave en que la selección española haya sido campeona del mundo, un equipo que se muestra humilde en la victoria, unido como una piña, premiado en diversas ocasiones por su juego limpio, dirigido por una persona mesurada, serena e inteligente y, a la vez, apasionada, como es Josep Guardiola, cuya actitud ejemplar está contraste diario con la de otro famoso entrenador ibérico "de cuyo nombre no quiero acordarme". Guardiola es un entrenador capaz de actos de tanta calidad humana y tan inusitados en el fútbol super-profesionalizado e hiper-mercantilizado de hoy día como el de alinear al portero suplente, Pinto, en la Copa del Rey para que también tenga la oportunidad de jugar con cierta regularidad, lo mismo ante el Hospitalet que ante el Real Madrid y en la mismísima final del año pasado en Valencia, aun sabiendo a ciencia cierta que la mejor opción, con criterios puramente utilitaristas o prácticos, es alinear a Víctor Valdés. Una persona que contribuye a la concordia y al civismo frente a la permanente siembra de cizaña del colega al que no quiero nombrar.


En fin, me consta que sin siquiera salir del círculo de personas muy allegadas, las hay que  discrepan totalmente de mi visión del fenómeno del nacionalismo catalán. Creen que quienes así pensamos vemos fantasmas, que nos hacemos la idea de un ogro terrible que no lo es tal. A la vista de las reacciones que he observado al tratar este tema con familiares, amigos, conocidos e interlocutores casuales, pienso incluso que hasta pueden soliviantarse al leer algunos fragmentos de este artículo. Pero si escribo sobre este tema es porque Cataluña me importa y me produce tristeza y me parece un error la deriva nacionalista que tomó hace ya algún tiempo, en la que sigue avanzando y a la que, con distintos grados de compromiso, se ha unido la casi totalidad del espectro político catalán, a medida que se da el relevo generacional y los nuevos políticos han crecido ya en un ecosistema en el que impera, cual monarca absoluto, el "dogma" de la nación catalana y la negación de la pertenencia de Cataluña a la nación española, cuya existencia llega incluso a negarse por algunos.


Esta exaltación nacionalista, muy aldeana y sumamente autocomplaciente, supone una limitación radical de las posibilidades de Cataluña, la está aislando por las barreras de todo tipo que conlleva, está consumiendo buena parte de las energías de los catalanes y es el carro al que se sube la ambición desmedida de muchos políticos ramplones, de muy cortas miras y a los que sirve de señuelo para que muchos aprieten las filas en torno a ellos acríticamente.


Nota del 18 de marzo de 2012. Busco en Google quién es Félix de Azúa, tras leer un artículo suyo en El País que nada tiene que ver con el nacionalismo catalán y me encuentro con que este poeta, novelista y ensayista catalán, también se larga de Cataluña, harto del "monólogo del nacionalismo catalán" y del odio al castellano. Se niega a que su futura hija sea educada en ese ambiente.

Félix de Azúa, otro exiliado del totalitarismo del nacionalismo catalán

El nacionalismo es la peor construcción del hombre" (Mario Vargas Llosa)

12 comentarios:

Miguel Angel Moyà dijo...

Hola David. Del comentario sobre Julián Marías en eel blog de Ammm paso a tu blog. Leo con mucho interés tu texto sobre el nacionalismo catalán. Yo pienso que una de las limitaciones de la experiencia de una persona humana es 'ser' sólo de un lugar. No sé si en otros países, pero aquí parece que lo esencial de una persona es ser del lugar donde nació. No niego que esto pueda ser 'lo esencial', pero a mí me parece -desde mi experiencia de 58 años- que todo se ve mejor desde diferentes puntos de vista. Nací en Mallorca, he vivido en Madrid y Barcelona, desde hace 20 volví a Mallorca, y siento que me he nutrido de varios paisajes, físicos y humanos, y que 'soy' todos ellos, aunque sin duda el inicial te marca de una manera peculiar -'mi' mar, 'mis' valles al lado del pueblo-. No soy nacionalista, pero no soy antinacionalisya -aquí, en Mallorca, el nacionalismo se caracteriza por ser catalanista: no hay, propiamiente, un nacionalismo mallorquín-. El problema de cualquier nacionalismo en Europa ahora mismo es a mi entender que una teórica independencia no mejoraría la vida de los ciudadfanos, excepto en la vertiente emocional de un porcentaje de ellos. Pero los no partidarios se sentirían desplazados. Es un debate sin apenas salida consensuada posible...Como sustrato de todo lo relacionado con el nacionalismo catalán, hay algo evidente, que es lo positivo: los nacionalistas catalanas, muchos de ellos, son muy competentes, tanto los más conservadores como los más progresistas. Quizás sea el debate crucial del nacionalismo en Europa ahora mismo es que se basa en que ha de ser por fuerza conservador: el nacionalismo quiere conservar...en un mundo en el que todo cambia. (También son nacionalistas los Estados europeos actyuales, y mucho).Josep Pla se autodefinía conservador, en un plano muy diferente de la acepción más común de esa palabra, y se dedicó toda su vida a escribir en un catalán bellísimo que intentaba ser accesible. Bueno, no sigo porque el tema podría ser interminable...Saludos muy cordiales

David dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
David dijo...

Gracias, Miguel Ángel, por tu detallado comentario.

Pienso que das en el clavo con que el hecho de que el haber vivido en esos tres sitios te ha dado diferentes puntos de vista y, añado yo, te ha curado del nacionalismo, tanto del catalán, como del español, de todo nacionalismo, en definitiva y también, muy importante, de ser antinacionalista. Ser anti algo es un mal modo de estar en el mundo, saca lo peor de cualquiera.

A mi me pasa algo parecido tanto por la geografía de mi biografía ,en sentido estricto, como por el hecho de tener muchos amigos y familia dentro y fuera de Cataluña. Si me remonto mucho, tengo tres abuelos castellanos y uno marciano (perdón, murciano), aunque los padres de mi padre se casaron en Francia donde nació él, aunque enseguida regresaron a España. Mi padre ha vivido en diversas ciudades de España y esos cambios de residencia han provocado que mis hermanas nacieran en Asturias, pero lleven toda su vida en Cataluña y que mi hermano mediano y yo, naciéramos en Barcelona, pero hayamos vivido casi toda nuestra vida en Madrid, aunque vamos mucho a Cataluña.

Todo eso, creo que contribuye a relativizar esa cosa tan absurda de identificarse tan fuertemente con un territorio, de personificarlo en el concepto de nación, de buscar esencias en sus gentes y en su historia, de exagerar y hasta inventar diferencias, de ver siempre valores superiores en lo propio, así como peligros y enemigos en "los otros", en "los de fuera".

Es dar una importancia desproporcionada y completamente ilógica a las rayas de los mapas. Algo muy distinto del natural afecto que puede sentirse por un sitio, habitualmenyte por el sitio donde se nació y/o se pasó la infancia, o por la lengua materna (nunca excluyente de otras), todo lo cual es nuestra verdadera patria; pero que para nada necesita de la realidad jurídico-política de un Estado, ni de unos políticos que hagan bandera de ello.

A mi me parece bastante ridículo, por citar un ejemplo reciente, que se distinga tanto entre las víctimas de un naufragio en función de su nacionalidad. Han muerto "x" personas, de ellos "n" eran españoles y ya todo se centra en estos últimos. Y en otros países, ocurre lo mismo, por supuesto. Yo sólo veo personas, seres humanos que han perdido la vida y han sufrido lo mismo cualquiera que fuese su pasaporte y la lengua en que se hayan expresado su agonía y el dolor de sus seres queridos. Me parece normal que se especifique que algunos son españoles, pero no que se presente o enfoque la noticia, como de hecho ocurre, como si los demás muertos no importaran o importasen claramente menos.

Un sabio me despierta admiración por ser sabio, no por ser español, griego o tibetano. Sin embargo, los libros y programas escolares, universitarios, las enciclopedias, los medios de comunicación y bastantes personas hacen extraordinario hincapié en el lugar de origen de la persona en cuestión, hasta el punto de que ello determina su inclusión o exclusión del libro, del programa de estudios, del periódico o la noticia televisiva o radiofónica, del ámbito del interés del público y del grado de admiración que se le profesa al sujeto en cuestión. La realidad es muy amplia y es cierto que no se puede abarcar todo, pero es que ni siquiera se intenta, se ponen límites al conocimiento, la curiosidad y la admiración, tan rígidos como son la mayoría de las fronteras.

Hay quienes sólo hablan una lengua, quienes ni siquiera tienen nociones de ninguna otra y están absolutamente convencidos de que la suya es la más rica, la de vocabulario más amplio, la de sonidos más bellos, la de expresiones más certeras e imaginativas, la de dichos más atinados: la mejor.

En cuanto a los políticos nacionalistas catalanes, y lo mismo diría de cualesquiera otros, no pienso que sean ni más competentes, ni menos que los demás. Hay de todo en todas partes.

Anónimo dijo...

Lo siento, pero yo estoy absolutamente en desacuerdo con todo lo que has escrito.
Y creo que sólo los catalanes con nuestra historia vivida, nuestros sentimientos por nuestra tierra e infinitas razones, somos los que tendríamos que decidir si ser o no una nación independiente. Y que segurament el resto, por no compartirlo es probabe que no entiendan.

N.

David dijo...

Querido/a "N", si me permites esa muestra de confianza, sin saber si nos conocemos o no.

No sientas discrepar. A menudo escribo sobre cuestiones más neutras. Otras veces sobre temas más sensibles o comprometidos, que generan reacciones más intensas y que sé provocan discrepancias. Ni pretendo evitar mojarme, ni tampoco busco el recurso fácil del radicalismo y la confrontación. No soy de esos que toman una posición determinada, que coincide con un determinado grupo social o partido y se dedican a decir lo que ese público quiere oír. Tengo mis ideas, cada vez más personales y menos identificadas con partido, clase social o movimiento alguno y aquí han recibido críticas políticos de uno y otro signo. Probablemente, tendría más público si esto fuera una tribuna a favor o en contra de algo y me mostrara vehemente, sarcástico y ofensivo con "los otros", con "el enemigo"; pero no tengo esa percepción de las cosas. Ante todo, sinceridad, naturalidad y respeto, no digo que exquisito, pero procurando que todo sea bastante civilizado y educado. Perdón por el rollo egocéntrico.


Realmente yo no he entrado en el artículo en la cuestión jurídico-política de quiénes tendrían que decidir en caso de que se planteara de veras y no en esos referéndums de "atrezzo" la independencia de Cataluña. Sólo he apuntado que cuando se opina sobre el nacionalismo catalán desde fuera de Cataluña se percibe como una injerencia intolerable y se producen reacciones que van de la irritación a la ira.

Esa cuestión de quienes están legitimados para decidir resulta peliaguda. ¿Votarían por ejemplo los inmigrantes recién llegados o los que dentro de poco se marcharán? ¿Votaría yo que nací allí, pero que no resido en Cataluña y que probablemente tendría derecho a optar por la nacionalidad catalana o la española? También cabe pensar que si se va a dividir una nación, las dos partes que ahora forman una unión deban decidir si quieren la segregación o no. A mi y a tantos otros nos puede repugnar tener que pisar suelo extranjero para pasear por las Ramblas o tener que mostrar el DNI al llegar a la estación de Sants o al Prat, por ejemplo. Y en el plano más sentimental, que la ciudad donde nací y pasé mis primeros años de vida, ya no sea España, el país en el que nací.

El artículo se centra en la "denuncia" de que a mi juicio en Cataluña falta libertad para la defensa de ideas no nacionalistas catalanas. Hay un "satu quo" en que esta opción tiene una influencia infinitamente mayor en la formación de la opinión pública, de sus conciencias, de sus sentimientos, de sus ideas y que, por tanto, es más que posible que si no fuera así, el estado de opinión sería diferente.

Y sobre esa premisa, ya que sacas el tema de la decisión sobre la independencia, los resultados pienso estarían sesgados. El "medioambiente" educativo e informativo es claramente pro-nacionalista catalán, unos son independentistas decididos, otros coquetean con esa idea, la usan incluso como un arma que se tiene escondida, pero que los otros conocen que existe. Creo que otro gallo cantaría si esa opción política careciera del "dominio ideológico" que expongo, que la relación de fuerzas estaría mucho más equilibrada.

Anónimo dijo...

Querido David, te permito la confianza. Y sobretodo por una sencilla razón. Pues es muy difícil poder hablar de este tipo de temas entre personas que tienen opiniones contrarias. Es tan fácil caer en la discusión e incluso el insulto... Y por el trato que les has dado al tema, te permito las confianzas.

No voy a poder darte ningún argumento político, pues por mucho que me pese y me avergüence decir, no estoy muy... lo que se dice puesta en política. Aunque tendría mucho que decir en cuanto a la cantidad desproporcionada de impuestos que Cataluña paga a España, etc.

De todos modos, desde mi vivencia y mi modesta visión, no creo que exista esta carencia de libertad de la que hablas, en lo que se refiere a ideas no nacionalistas. Cada cual es libre de pensar lo que quiera y no se le discriminará por eso.

Pero es que hemos padecido y padecemos muchos ataques. ¿Sabes que a mis padres se les prohibió hacer sus estudios en su lengua materna: el catalán? Que aún hoy les resulta difícil poder leer un libro en catalán con la misma agilidad que puedo hacerlo yo? Y cuando parecía que todo se había normalizado, nos la vuelven a dar...

No creo que sea nada malo defender nuestra tierra, nuestra cultura y nuestra querida lengua.

Y por lo de pisar suelo estranjero o tener que mostrar el DNI... tampoco creo que fuera una gran tragedia ¿no crees?

Pero... si al fin y al cabo, somos ciudadanos del mundo!

Núria.

David dijo...

Me alegro de que la "N" sea de Nùria y no de Norberto o de Nicasio o Nicanor, por ejemplo. Es un nombre muy bonito, para mi gusto. Me recuerda a la Vall de Nùria (creo que se dice así, en femenino).

Está claro que tenemos una visión distinta sobre el grado de libertad que existe en Cataluña y, añado, aunque no has tocado ese tema, pero presumo que es también así, sobre la pluralidad informativa o sobre las ideas que se transmiten a través de la enseñanza, ámbito en el que me da la impresión, por lo que conozco, que sólo se transmite la visión de Cataluña como nación diferenciada de España.

Yo no digo que a un ciudadano de a pie se le discrimine por discrepar de los postulados del nacionalismo catalán. No existe la presión del miedo, la amenaza que ha existido y aún existe en el País Vasco; pero sí que se ha discriminado claramente a personajes públicos y quienes públicamente sostienen otra cosa deben arrostrar perjuicios. Y eso hace que muchos se autocensuren, por prudencia o cálculo. En definitiva, pienso que falta libertad a ese respecto.

Sobre la cuestión de los impuestos. Se trata de una cuestión de solidaridad interterritorial. Lo mismo pasa con Madrid o Valencia, aportan más de lo que reciben, mientras que en otras comunidades, como Andalucía o Extremadura ocurre al revés. No es Cataluña vs. España. Lo mismo pasa entre naciones ricas y naciones pobres o menos ricas a nivel europeo. Durante años España ha recibido más de lo que aportaba y ahora ya no es así, son otros Estados miembros de más reciente incorporación y rentas per cápita más bajas los que reciben más de lo que aportan. Otra cuestión es que tú o muchos otros no queráis ayudar a Andalucía o Extremadura, que queráis hacer caja separada, como pasa también en Alemania donde muchos protestan por tener que socorrer, por ejemplo, a Grecia. Pero hay intereses compartidos, por lo pronto una moneda común, no es sólo cuestión de generosidad.

Por supuesto que conozco que el catalán estuvo proscrito en todo lo oficial durante el franquismo y es triste lo que cuentas de tus padres, que les cueste leer en su lengua materna, porque no se usaba cuando fueron al colegio. Pero ha habido un movimiento pendular y se ha arrinconado totalmente al castellano en la enseñanza y en bastantes ámbitos oficiales. Lo que pasa es que el castellano, el español que es un nombre que le cuadra más visto globalmente, es un idioma muy fuerte, con cientos de millones de hablantes y sigue teniendo una gran vigencia en Cataluña, por mucho que desde la política se fomente el catalán. La producción científica, literaria, comercial, audiovisual, de contenidos en internet y en todo lo que quieras imaginar, es infinitamente mayor en castellano que en catalán. Y el castellano/español (pienso por ejemplo en los inmigrantes de Hispanoamérica para los que es español y no castellano) aún es la lengua materna de varios millones de los habitantes de Cataluña.

A lo mejor se defiende algo que no es atacado y se genera en todos la sensación de conflicto. Hablar de una cultura catalana me parece excesivo, aunque habría que definir qué entendemos por cultura, algo realmente complejo. Si te refieres a lo que puede llamarse "producción cultural" por supuesto que existe. Si te refieres a una cultura en el sentido de "el grupo de actitudes compartidas, valores, metas y prácticas que caracterizan a una institución, una organización o un grupo" (tomado de Wikipedia pues me llevaría mucho tiempo definir ese concepto y lo haría peor, seguro) pienso que no existe una cultura catalana, probablemente tampoco una española, sino que todos formamos parte de la cultura occidental que, por supuesto, no es exactamente igual en todas partes, sino que tiene modulaciones.

Encantado de debatir contigo y siempre con respeto.

Un saludo,

David

Anónimo dijo...

A ver...

Solidaridad es una cosa. Y ser siempre que el que da pero que nunca recibe, alguno lo calificaría de ser buen cristiano, pero en mi casa se le llama ser tonto.

¿No existe la cultura catalana? Qué me dices de la gastronomía (por ejemplo el “pa amb tomàquet” que bien debes conocer si vienes habitualmente por Cataluña), de la arquitectura (por nombrar un ejemplo: la tan conocida aunque inacabable “Sagrada Família”), música, diseño, arte, tradiciones, costumbres, lengua, etc. etc.
Y ahora me dirás que no se trata de cultura catalana, sino que forma parte de la cultura española o europea o universal.
Pero, por qué está manía de no nombrar a las cosas por su nombre, y de globalizarlo todo. Mi casa es mi casa y no es la del vecino. Como la suya tampoco pretendo que sea la mía.

Y terminaré ya este debate, pues podríamos pasarnos años debatiendo sobre este tema. Debate que seguramente ganarías tú, ya que por lo que veo, tienes más facilidad que yo, y más vale retirarse a tiempo… diciendo que el nacionalismo catalán no es algo extraño ni desorbitado, pues ya hace muchísimos años Cataluña fue un Estado. Algo que nos fue usurpado a la fuerza y de manera violenta. Sólo de trataría de volver a ser lo que antaño fuimos.

Un abrazo,

Núria.

P.D. ¿Los nombres: Nicasio y Nicanor existen? Que mal gusto por favor… ;)

David dijo...

Hola, Nùria.

No se trata de ganar o perder. Jamás he concebido así nuestro debate. Busco saber más, entender al otro y someter mi propia postura a la profundización e incluso revisión que conlleva argumentarla. Por eso, te animo a que sigas dando tu opinión sobre este tema o cualquier otro sobre el que pueda escribir en el futuro, si te apetece.

Sobre la solidaridad interterritorial.

La cuestión es bien sencilla. Se trata de si se está o no de acuerdo en el objetivo de tratar de igualar a las distintas regiones, comunidades autónomas en el concepto jurídico-constitucional, de España, esto es, si de verdad se está o no a favor de paliar, en alguna medida, las grandes diferencias existentes entre los que tienen niveles de renta y desarrollo, en general, más altos y más bajos.

No es sólo Cataluña quien aporta más de lo que recibe; pero sí es la que más protesta por ello.

Para mi, ser generoso, tener un cierto altruismo, es ser bueno, no es ser tonto; pero eso es una cuestión de valores y, por tanto, no hay una postura correcta o incorrecta. Creo que lo primero hace mejor el mundo y que el egoísmo lo empeora; pero también hay quienes piensan que ellos trabajan y otros se tumban a la bartola. Ahora, en épocas de crisis y recortes, dar escuece más, eso está claro. Se repara en las necesidades propias que no se alcanza a cubrir, pero no en las del otro.

Aparte las relaciones económicas entre comunidades son muy intensas y no es rentable que nadie se descuelgue mucho.


Sobre la existencia o no de una cultura catalana.

Para evitar un debate sin sentido, en el que cada uno manejara conceptos diferentes sobre lo que es una cultura, incluí una definición, de amplia aceptación, sobre el concepto más riguroso de cultura y me remito a ella. Se abusa de la palabra cultura y uno oye ya hablar de "la cultura de la empresa X", de “la cultura del adosado”, "la cultura del arroz", etc.

Eso no impide que haya una lengua propia, ciertas costumbres, ciertas escuelas artísticas y, por supuesto, una gastronomía claramente reconocible (conozco, por supuesto, el pá amb tomaquet y más cosas que me gustan mucho, como la botifarra amb mongetes del ganxet, el fricandó, el xuquet de peix, el xató de Sitges, etc.).

Entre el extremo unificador y negador de toda diferencia y el localismo más exagerado hay mucho espacio intermedio. Voy a menudo a Cataluña y no la veo tan distinta, creo que sobre todo hay una percepción propia de diferencia, inducida desde el poder político. Algo habitual en toda forma de nacionalismo, ya que es una forma de generar identidad, sentimiento de pertenencia y va seguido de la valorización, casi siempre desmesurada, de todo lo propio y cierto rechazo o descrédito de lo ajeno.

Para mi el nacionalismo, todo nacionalismo, es un virus que fácilmente se descontrola y hace mucho daño. Conduce con frecuencia a la rivalidad, al enfrentamiento y a menudo incurre también en el alejamiento de la realidad. Es un cristal deformador que se interpone entre el sujeto y el objeto.

David dijo...

2ª parte (he sobrepasado la extensión máxima de los comentarios, que no conocía y que se le aplican hasta al titular del invento éste...)

Sobre Cataluña como Estado en la historia

Para centrar el debate, caso de que te interese continuar con él, sería interesante que concretes a qué período histórico te refieres. Me gustaría que lo hicieras porque me gusta aprender. Sé poco de la historia de Cataluña. Me gusta ser sincero.

No obstante, que las cosas fueran de determinada manera en el pasado, no significa que sea deseable su repetición en el futuro.

Es común a muchos nacionalismos una visión mítica del pasado y la concepción del futuro como una camino de regreso a ese pasado idílico.

Por ejemplo, el imaginario político (y la propaganda) del franquismo concebía a la España resultante de la Guerra Civil como sucesora de la época gloriosa del Imperio, como una manera de volver a él. Seguro que lo ves tan alejado de la realidad que te mueve a risa. Pero te aseguro que, visto desde fuera, pasa lo mismo con los nacionalismos actuales, sus interpretaciones de la historia y esa ensoñación colectiva de volver a ser lo que fuimos y nunca debimos dejar de ser porque “los malos” nos lo arrebataron de mala manera (siempre hay unos malos, una nación o Estado opresor, un enemigo, en definitiva, frente al cual reforzar la unidad del clan, tribu, grupo o pueblo).

Un abrazo,

P.D. Por supuesto que Nicasio y Nicanor existen, aunque yo no he conocido personalmente a nadie que se llamara así. Los nombres son cosas de modas y de costumbre. No creas que Caetà, Bartomeu o Higini suenan mejor para los no catalanohablantes... es probable que ti tampoco te suenen muy allá.

Somos afortunados, creo, de llamarnos Nùria y David, aunque no sean prodigios de originalidad.

Anónimo dijo...

Querido David,

Hace tan sólo unas semanas que hablábamos de este tema. De algo que a los ojos de alguno/a parecía más una fantasía que un acontecimiento futuro.

Pues parece ser, según las últimas novedades políticas, que próximamente la utopía se convierta en realidad. Se acerca el momento en que Cataluña pase a ser Estado propio. Todo se verá.

Yo de ti, empezaría a renovar el pasaporte… (es broma).

P.D. No conozco a ningun Caetà, Bartomeu o Higini. Te has ido a buscar los nombres propios catalanes más extravagantes. ¡Eso es trampa!

Un abrazo,

Núria.

Anónimo dijo...

David,

Cada vez estoy más convencida de que lo más acertado es tomar el camino hacia la independencia...

Titular del periódico La Vanguardia en día 5/04/2012:
"CIU da un mes al Gobierno español para que acceda a pagar los 978 millones de euros que el Estado debe a Catalunya".

Saludos,

Núria.