sábado, 31 de diciembre de 2016

Propósitos para el nuevo año. El caso de "X".

Imagen www.gentelatina,com
New Year´s Resolutions. The case of Mr. 'X'. 
English version available at protagonize.com

Nuestro protagonista, a quien llamaré X para no traicionar la confianza que me ha demostrado al contarme cuanto sigue, había intentado de todo al cabo de los años. Una lista tan amplia que, casi sin querer, alguno de los propósitos debía cumplirse. Centrarse en un solo objetivo, ambicioso, pero que lo estimulara de veras. Definir con máximo detalle un plan de acción, desmenuzarlo en etapas, secciones y apartados, llevar un registro pormenorizado de las tareas ejecutadas, y de los progresos... En unas plantillas, que imprimía cada semana, iba tachando con placer lo conseguido y marcaba con fluorescentes lo pendiente de conseguir. Usaba tres colores diferentes en función del plazo. Rosa —es una putada, pero no existen los fluorescentes rojos, recuerdo que me dijo— para el corto plazo, azul para el medio y verde para el largo plazo. La carga administrativa lo aplastó y el abandono progresivo de la faceta formal, que devino al menos tan importante como la sustantiva, anticipó y acrecentó en X la sensación de fracaso. Antes de la primavera ya se había rendido.

Al año siguiente X cambió por completo de estrategia. Cogió un par de periódicos viejos que aún había por casa, buscó la sección con el horóscopo e imitó a conciencia su estilo. Fue inútil. A la hora de la verdad se sintió deshojando una margarita cuyo número de hojas resultaba impar (conseguido) o par (no conseguido) en paralelo a las fluctuaciones de su estado de ánimo. A menudo ni siquiera podía recordar, con una concreción digna de molestarse en comprobar los resultados, lo que se había propuesto. Todo eran dudas.

Pasaban los años y “X” continuaba fumando, había semanas, meses enteros incluso, en que no pisaba el gimnasio, como mucho tenía el mismo nivel de inglés, le seguían sobrando unos kilos y faltando músculo, y no lograba sacar tiempo para leer todos los días. Entre otras cosas, pues muchas noches se acostaba tan tarde que ni se cepillaba los dientes, se repetían los torbellinos de las discusiones de pareja a causa de minucias, no era raro que en su cocina oliese a basura añeja y al perro le seguían faltando paseos.

Tras darle infinidad de vueltas, X sintió que había dado con la solución. Tan claro estaba y era tan sencillo que se asombró de no haberlo descubierto antes. Los chinos no sólo se habían hecho los amos del sistema capitalista. Del lejano Oriente provenía, además, una sabiduría muy superior, tal vez ahora destinada de forma principal a la exportación. El secreto de la felicidad radicaba en no desear nada, en un manso aquietarse con los hechos y circunstancias. Lo que quiera que ocurriese, pasaba porque tenía que pasar y debía ser aceptado sin sufrimiento alguno.

Para el año nuevo se propuso no proponerse nada. Esta vez lo lograría. Era muy fácil, aunque no pudo evitar pensar en la aporía: el que se propone no proponerse nada ya se ha propuesto algo. Pero se esforzó en desechar su entorno cultural, tan lastrado por inútiles formalidades, como la lógica o las patentes. En los instantes previos al cambio de año cerró los ojos y, con notable empeño, trató de dejar su mente en blanco. Vacío, puro presente. Ni balance del año a punto de acabar, ni anticipación del que va a comenzar. Lo que fue y lo por venir son ilusiones, trampas de la mente. Sólo el presente existe. Enseguida se dio cuenta de que había sido el mayor de sus fracasos. Apenas había comenzado el nuevo año y X ya había incumplido su propósito.

3 comentarios:

Jesús Blanco dijo...

Pobre señor X... a ver si este año se cumple alguno de nuestros propositos.
Buen relato David.

David dijo...

Gracias, Jesús. Desde que no escribo de política, ni menos aún de fútbol son muy pocos los comentarios en el blog. El que quiera público que discuta. Si acaso me llega alguno por fuera. Supongo que también se deberá a que los blogs, sospecho, se han ido pasando de moda. En especial los no especializados. :))

Sí, pobre señor X, e Y y Z... Me temo que la gran distancia entre propósitos y resultados es algo muy extendido. No obstante, puede que alguno de los propósitos se cumpla o, más bien, que lo logremos. Es que con lo de "se cumple", que todos decimos, se empieza ya por echar balones fuera. Cierto que hay siempre una parte que no depende de nosotros, pero otra, de considerables proporciones, sí.

Jesús Blanco dijo...

Bueno, yo te animo a que sigas escribiendo sobre lo que te apetezca y a que sigas compartiéndolo. Por otra parte, suscribo por completo el segundo párrafo.
¡Feliz año nuevo!